Confesions para un poeta
No conocímos personalmente al Borges jóven, ni a aquél que maduró.
El muchacho tímido y silencioso, incansable devorador de libros,
el alumno políglota, el maestro precoz de una vanguardia argentina.
El "Ultraísta" de fervor español, el crítico y ensayista más allá
de las "Inquisiciones", el "Mythmaker", o el inventor de lo fantástico.
el "Hacedor" más fecúndo.
Lo conocimos sólamente en sus últimos años, virtuoso del trazo,
hombre de letras excepcional. Ciego y capaz de encontrar con seguridad
uno de sus innombrables libros en su biblioteca real e imaginaria
y en los que encuentra la página con destreza. Conservador delicado
e inflexible de frases precisas como la estocada fulminante de
un florete.
Dejò una huella tan profundamente anclada e indeleble que no podemos
pasearnos por las calles y callejuelas de Buenos Aires, Madrid
o Ginebra sin sentir la presencia del hombre del bastón que impregnó
e influenció tan profundamente nuestra memoria como también toda
la literatura contemporánea.
Borges sigue siendo hoy un misterio, 100 años habrán pasado desde
su nacimiento el 24 de Agosto 1899, todavía no hemos penetrado
su universo, su memoria sus sueños. Atravesó el siglo sembrando
tantos escritos, poemas y prosas como hitos a través de la historia
de la literatura moderna. Más que escritos nos quedan ambientes,
interrogaciones. Son sus memorias, sus pasiones, sus inspiraciones
que queremos reencontrar, su mirada, sus sueños que queremos comprender,
palpar, y cuyo mecanismo queremos desmontar.
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